SENSACIONES

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Nuestras sensaciones más íntimas...

lunes, 12 de enero de 2009

Gilde


Gilde una joven de 19 años, cabellos castaños, blanca, chaposa, de caminar cadencioso, recién había llegado a la capital, buscaba con la mirada un rostro conocido en la terminal del ómnibus, en vano esperó en el terminal la recogiera su prima Gabriela.
Con la dirección en la mano preguntó a un parroquiano y éste le dijo que caminara siete cuadras en una dirección arbitraria, allí tomas un taxi y se hizo al desentendido, pero hizo una señal a un fulano al otro lado de la acera.

Caminaba absorta con su maletín de mano por las calles del distrito de la Victoria, el barrio de la Parada, el más violento de Lima, se le acercó un moreno alto con una tibia sonrisa en su rostro macizo e intentó entablar conversación, ella continuó su camino, casi sin escuchar.

Con el temor reflejado en el rostro lo miró sin verlo y el olor nauseabundo que percibió del lugar, le produjo asco y por poco vomitó, aceleró sus pasos para alejarse de su acosador, sintiendo el aliento repugnante del afro peruano, que se limpia los dientes con un palillo al mejor estilo de la calle.

Gilde aterrorizada trata de alejarse del moreno, pero éste no quiere dejar su presa, se ha dado cuenta que otros gavilanes que pululan en esta tierra de nadie, ya se han comenzado a mover tras la presa, solo esperan un descuido del zambo, éste los ha contado son tres, el Cholo Fidel, el Flaco Sanpetro y el chino Joo, todos ranqueados, habían obtenido su maestría en “Luri”, la cárcel más notable de la ciudad.

Ella estaba muy aterrada, arrepintiéndose de haberse movido del terminal, se lastima verbalmente, se aguijonea el alma, se siente culpable, piensa -debí esperar a mi prima Gabriela y qué debo hacer, creo que debo serenarme-, alarga los pasos, casi corre con un temor que la abraza por la espalda, siente las manos del moreno en su brazo izquierdo que trata de calmarla, le dice que no tenga miedo, solo quiere ayudarla, acompañarla, las calles son peligrosas.

Su madre antes de embarcarse le había dicho ten mucho cuidado cuando llegues al terminal terrestre, no converses con nadie, en esas calles asaltan, violan, roban y secuestran, la policía ni aparece porque tienen temor a los delincuentes, ella recordó los sabios consejos de su madre, pero joven al fin, no hizo caso, parecía que su suerte estaba por cambiar.

Acelera sus pasos, cuando en su afán de desprenderse del moreno, cruza aceleradamente la calzada, casi la atropella un carro, de la ventana del conductor sale una imprecación, ¡mira por donde caminas c… al mirarla bien reconoce a su prima Gabriela y le vuelve el alma al cuerpo, el negro y sus compinches siguen de largo y sube a la volada al vehículo.

Te dije que me esperaras le dijo la prima, pero te demorabas mucho, la verdad que me salvé de esta. No sabes que este barrio está infestado de delincuentes. No me dijiste nada prima, quise ir a tu encuentro. Te dije que me esperes en la agencia. Bueno vamos.

El negro se para en la acera, observa y se alimenta de una mirada lasciva que corroe sus entrañas, se relame los labios y hace un gesto de desprecio, la pollita se me escapó, escucha una voz que le dice, ¡negro cojudo la dejaste escapar¡. El negro pensó, a la mierda lo que digan esos cojudos, la próxima vez no se me escapa cualquiera que sea la presa.

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