Hace muchos años, casi 70, los circos eran y siguen siendo los espectáculos más populares en las provincias del Perú, estaban al alcance de los más pobres. Recorrían heroicamente por las carrozables afirmadas, por carreteras intransitables, durante todo el año visitando diferentes provincias de Costa, Sierra y Selva. Especialmente hacían su aparición para las fiestas patrias casi siempre, por no decir siempre a secas, presentaban el mismo espectáculo. Los más entusiasmados con su llegada eran los niños y no interesaba si se presentaban las mismos números, lo importante para ellos eran los payasos y los trapecistas.
Por esos años Jauja era una apacible provincia, las personas se dedicaban al comercio y a la agricultura. Casi todas las familias jaujinas se conocían y se encontraban cuando asistían a misa los domingos, en las tertulias hogareñas, en alguna reunión del Club Jauja, en las efemérides cívicas y las fiestas populares. No era de extrañar entonces que había una relación amistosa muy grande entre la mayoría de familias, en la que participaba también la colonia japonesa.
Sí, Jauja era la primera capital del Perú,reconocida hasta hoy como la capital histórica. Fue hasta que Francisco Pizarro encontró en la riberas del río hablador, la que sería la capital definitiva del Virreinato y luego de la República; pero volvamos a Jauja, para celebrar las fiestas patrias siempre llegaban los circos. Varios años llegó el Circo de los hermanos Aguirre, los tres trapecistas y eran el espectáculo central de este circo.
Este circo con sus payasos con zancos, contorsionistas, trapecistas, domadores y vendedores de algodón dulce, maní, pop corn o manzana acaramelada, eran la alegría de grandes y chicos. La estrella del espectáculo era Diana la contorsionista, cuyo numero revestido de gran elasticidad y flexibilidad, le permitía adoptar un sinnúmero de posturas muy difíciles de imitar. También destacaban los payasos Colibrí y Tamarindo con su grandes ocurrencias que causaban hilaridad en niños y adultos.
Los circos no tenían fecha de llegada y mucho menos de retiro. Cuando menos pensaban los pobladores, el circo se había fugado a otra provincia que los esperaba con la misma ansiedad.
Esa mañana, Modesto y Olga, dos amigos entrañables de aproximadamente 11 años se despertaron muy temprano en sus casas, se reunieron en el parque la Libertad y en una banca frente al jardín de mastuerzos y rosas, conversaron largo rato. Su tema principal el Circo y los diversos números que se presentaban en él, ambos soñaban, ser parte de ese espectáculo, recorrer junto a los payasos y trapecistas todas los confines del Perú, actuar y recibir las ovaciones del público y regresar cargados de triunfos.
Acordaron reunirse en la tarde para ir a ver el circo por enésima vez, se encontrarían frente a la estación del ferrocarril, así lo hicieron, grande fue la sorpresa para ambos constatar que frente a la estación del ferrocarril, el circo de los Aguirre se había hecho humo, nadie les daba razón de nada. Un poco tristones empezaron a preguntar a las personas cercanas, que vivían en la zona sobre el circo, adónde se había ido, un anciano con pinta de vago, muy conocido, les dijo que el circo se había ido a la Oroya.
Modesto dijo, la Oroya está cerca, solo son dos horas en vagón, el vagón de Jauja a la Oroya salía todos los días a las 5pm. Acordaron ir tras el circo, pero no tenían dinero. Olga regresó corriendo a su casa y cogió dinero del cajón de su padre, algunas prendas para abrigarse, miró a su madre que estaba ocupada en la maquina de coser, su padre estaba en la panadería controlando la salida del pan caliente de 5pm. Mientras tanto Modesto llegaba ansioso a su casa, su madre estaba delicada de salud y su padre había salido a trabajar, se ganaba la vida como soldador, ingresó furtivamente al dormitorio de sus padres y cogió los pocos centavos que encontró, a la carrera agarró una chompa de su hermano y salió volando, si se demoraba no alcanzaban el vagón, su madre preguntó ¿hijo adónde vas apurado?, Modesto ya estaba en la otra cuadra y no la escuchó.
Exactamente diez minutos después, ambos estaban esperando ansiosos en el interior del vagón que este partiera, miraban de un lado a otra como buscando si alguien conocido los había visto subir al vagón, claro que los habían visto, pero ellos no se percataron de quién se trataba, hasta que por fin el vehículo se puso en marcha y ellos dieron rienda suelta su alegría e imaginación durante todo el trayecto eufóricos hablaban de sus posibilidades de ingresar a trabajar al Circo.
La llegada a la Oroya fue de noche, de inmediato preguntaron a las personas dónde se encontraba acantonado el Circo, la respuesta no se hizo esperar, Cuál circo niños, el de los hermano Aguirre replicaban ellos, aquí no ha llegado ningún circo, vayan a sus casas a descansar, ya es muy tarde para que estén en las calles. Decepcionados se miraron, se entristecieron, casi con lágrimas en los ojos, se acordaron de sus padres, lo preocupados que podían estar por ellos y lo irresponsables que habían sido, al no avisar a nadie de su aventura y vieron que sus sueños se hacían añicos en cinco segundos. No más circos.
Y ahora qué hacemos dijeron al unísono, busquemos dónde dormir hasta mañana y nos regresamos temprano en el vagón de las 8 am. Tocaron varias puertas y ninguna se les abrió, mientras la noche avanzaba y el frío se hacía mas insoportable, buscaron a un pariente de Olga y este había viajado a Huancayo, se pusieron peor, temblaban de frío y temor, porque además no contaban con el dinero suficiente, hasta que por fin en una casa de una familia buena los acogieron y les dieron un lugar para pasar la noche apiadados por su situación, les facilitaron un pellejo de oveja a cada uno y luego el sueño hizo lo demás.
En la mañana luego de dar gracias a la familia que los acogió, tomaron un desayuno muy sencillo y se dirigieron a la estación del tren. Es en ese momento que Olga divisa a su padre que se dirige a ella y esta en una reacción natural corrió a los brazos de su padre y lo abrazó fuertemente llorando, su padre la abrazó, la besó, no hubo ningún reproche ni sanción, solo un abrazo de padre e hija que se reencontraban después de una breve separación y regresaron juntos a su querida Jauja.
Mientras tanto Modesto al ver al padre de Olga desapareció como tragado por la neblina, luego de varios días aparecería en Jauja nuevamente y se encontraría con Olga, Modesto nunca contó cómo hizo para regresar a Jauja ese día. Los sueños del circo se quedaron en eso un simple sueño de niño, que el tiempo no ha podido borrar...
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