SENSACIONES

SENSACIONES
Nuestras sensaciones más íntimas...

martes, 8 de diciembre de 2020

Lamentos y caricias

 



Hay lamentos que olvidar y dolores que lastiman el ser

hay caminos sinuosos, borrascosos y solo uno por seguir

hay senderos y caminantes solitarios por doquier

hay quienes buscan paz y solo encuentran caos

 

Volaré en las alas del viento hacia Oriente

me mecerán las nubes de algodón

beberé en el rojo carmesí de tus labios

me solazaré en tus amorosos brazos

 

Tus manos acariciarán mi rostro compungido

aunque mi espíritu no se sosiega con nada

buscaré tu amoroso rostro para besarte

tus brazos son el bálsamo que añoro

 

En las cálidas noches de verano

miraré absorto el brillo de  la luna llena

contemplando su estela que se funde con el mar

las páginas se voltean como golondrinas al amanecer.

Artucas. Dic.2020




sábado, 14 de noviembre de 2020

PÁGINAS VACÍAS

 




PÁGINAS VACÍAS

 

Páginas vacías del alma se despojan día a día

nunca se cierran, están suspendidas en el éter

nos miran a los ojos preguntando hasta cuándo

no cerrarán tus lamentos en ese muro de tristeza.

 

Lloran exhaustas frente a las estepas solitarias

piden caridad, perdón por deshonrar

carillas vacías en silencio, ladrillos incompletos

letras carcomidas, impiden un deseo agobiado del alma

 

No salen, se quedan engullendo los recuerdos

llorando en su interior, eriales sin calor que acarician

huellas inertes en busca de un horizonte

páginas amarillas lloran buscando la paz del alma.


jueves, 25 de junio de 2020

DOLOR LACERANTE





Monte lúgubre, crucifixión, dolor,
penas, oraciones, lamento,
llanto, tristezas y sahumerios.

Jesús agoniza cada día, en esa esquina, en ese bar,
en cada troncho, en cada alma de niño,
en cada niña desnuda en la selva de cemento.

El monte en tinieblas como la vida,
lágrimas en las mejillas,
todos los creyentes hincados.

Oscuridad en el firmamento,
temor en los rostros patibularios,
sudoración y nerviosismo.

Huyen despavoridos, veloces
ojos cerrados, escudriñando sus almas
con sus propios pecados a cuestas.

¿La conciencia existe?
En los sueños de los pobres…

viernes, 24 de abril de 2020

LABERINTO





Salí del laberinto en que se había convertido nuestra vida,
me perdí de tus desvelos y tus lágrimas,
me aparté de tus reproches.

No estaré nunca más en tus sueños,
porque ellos volaron tras el horizonte
donde se esconde el olvido.

Tras la frontera de la vida,
donde se pierde el calor,
adonde se mudan los deseos

Donde las ansiedades insatisfechas
se hacen insondables
donde muere la fe y la esperanza languidece.

No estaré allí para escucharte
el tiempo se acabó para ti
hoy partí y no regresaré...

jueves, 23 de abril de 2020

La hermosa Emperatriz. (Cuento corto)





Eran las 18:30 horas, para ser exactos las 6.30 pm de un día cualquiera de verano, en radio Olivar, sonaba el programa de Juan el “Pike” Mendiola y la canción hit de la semana “música y amor en verano” interpretada por Junior Milla el cantante de moda, de pronto un automóvil negro metálico con lunas polarizadas llegó puntual a su cita y se colocó a mitad de cuadra con el motor apagado y en actitud de espera.

El chofer, un moreno cuarentón con pinta de atleta, salió del vehículo y observó la calle casi desierta y se puso a limpiar el parabrisas, era un maniático de la limpieza no pararía hasta sacar todo el polvo del vidrio, permanecía siempre vigilante y en espera de ella, la primera niña de la tarde que recogía, le quedaban tres chicas más por recoger y un largo camino hasta el Callao, pensaba-todas las mujeres son iguales- se demoraba como cada tarde, desde que la conoció hace ocho meses atrás. 

Jorge, Marco y Carlos, tres amigos del barrio que vivían muy cerca, siempre estaban en el lugar preferente de la cuadra, la ventana del dormitorio de Jorge daba al balcón marrón de un segundo piso que se distinguía en la calle por su forma arquitectónica y quedaba precisamente frente al parqueo utilizado por el automóvil negro.

Ellos desde este cómodo lugar observaban todo a sus anchas, escudriñaban la calle, conocían a los vecinos y distinguían a los foráneos. Conversaban sobre temas triviales y de escasa importancia, mientras sus miradas estaban dirigidas a la puerta del edificio, no querían llamar la atención de los familiares de Jorge que los acogían, de rato en rato intercambiaban sus observaciones, a veces reían burlonamente de algún personaje que caminaba por la calle, o se mantenían en silencio.

Como todos los jóvenes de esa edad con la adrenalina al tope y el deseo rondando sus venas; pero, la ansiedad los delataba, estaba claro que esperaban a alguien, con seguridad aguardaban la salida de Emperatriz, para mirarla y admirarla, los tres se percataron de la llegada del vehículo y se miraron en silencio, con una sonrisa cómplice se dijeron mil palabras, solo Carlos asentó, llegó el “trasportador”, falta que salga el material y hasta luego.

La tarde de verano se perdía bajo el crepúsculo  que llegaba raudamente, mientras el sol se acostaba en el océano dejando un gran incendio en el horizonte y los noctámbulos se desperezaban en sus dormitorios y se levantaban después de haber descansado el día, a preparar el ánimo para una noche más de diversión, otra noche más en los casinos para probar la suerte tan esquiva, o en los brazos de Baco, con una damisela al lado, para demoler la angustiante vida en pedazos y olvidar, para lograr un premio evasivo, olvidar un amor no correspondido, otra que se fugó en un carro de lujo o por un arrebato machista.

En el interior del edificio signado con el N° 666 de la calle Las Dálmatas, en uno de los departamentos, vivía ella, la mujer esperada ansiosamente por el trasportador  y los otros curiosos, los que se veían disimuladamente, los que miraban tras bambalinas, levantando la cortina con disimulo y las viejas cucufatas, quienes habían comenzado su rutina viperina tras las cortinas, maullando como gatas en celo, mil palabras sobre el comportamiento de Déborah la hija mayor de su amiga Judith, conocida como la Emperatriz del barrio, por su belleza y porte, desde siempre. 

La bella Emperatriz estaba sentada en camisón ligero de seda negra, que resaltaba su imponente figura, frente al espejo concentrada, su mirada se posó suavemente en sus facciones, en sus líneas anatómicas, en sus senos voluptuosos y especialmente en su trasero que más sobresalía de su anatomía, la naturaleza había sido generosa con ella, sonrió pícaramente después de esta inspección inicial.

Luego inició su rutina de todos los días, maquillarse, como las diosas del Olimpo mandan, para parecerse a ellas, una actividad en la que ponía toda su concentración porque elevaba su autoestima, era muy importante para ella, era su carta de presentación, su imagen de mujer bella y de cuerpo escultural, lo cuidaba con mucho esmero, dos horas diarias en el “Gym de Manolo Marchullo”, tiene solo 28 años es soltera, su madre ignora el trabajo que realiza y las amigas de su madre envidiosas ellas, ladran y rajan detrás de sus puertas, a espaldas especulan sobre el trabajo de la hija de su buena amiga, viuda desde hacía 10 años, ella solo sabe que su hija trabaja en un Casino de juegos.

Emperatriz recordó, que por la mañana estuvo en el gimnasio realizando los ejercicios programados, que le permitían tener el cuerpo escultural que mostraba y que era su mejor atractivo para los hombres, ese cuerpo era trabajado con mucho cuidado y esmero, no había ni un milímetro de grasa, sabía y estaba convencida que, los hombres la admiraban por sus medidas anatómicas, era un imán humano que atraía las miradas de los hombres cuando la veían actuar en el gran salón “Cuernavaca” en el vecino puerto. Luego de almorzar, hacía sobremesa con su madre, sus hermanas estudiaban secundaria en el colegio, se retiraba a descansar un buen rato.

Continuó su rutina de embellecimiento sentada frente al espejo, se acicalaba y cepillaba el cabello, con el rímel negro delineaba las pestañas y las cejas, que resaltaban sus ojos claros y luego los labios con un color rojo pasión, finalmente se colocaba el vestido  rojo sin dejar de mirarse en el espejo y admirar sus formas, con lo que culminaba su sesión de maquillaje, previa perfumada, tomó su cartera, salió de la habitación, se despidió de su madre con un beso, recomendándole por la seguridad de la casa, ella regresaba en la madrugada, y ya habían robado en los alrededores y hubo intentos de robo en su edificio.

Mario otro amigo que vivía en el edificio quien en el pasado fue enamorado de Emperatriz en tiempos del colegio, guardaba profundos recuerdos de su amor de colegial y por esa razón todas las tardes salía de su departamento y se sentaba en la escalera que daba a la salida del edificio y allí esperaba con ansiedad y paciencia al amor de su vida, tan solo para mirarla y admirarla, quizás con suerte hablar con ella, acompañarla hasta el carro negro como algunas veces ella lo permitió y decirle adiós. Aun creía en ella, no sabía en qué trabajaba su adorada Emperatriz, aunque los amigos le decían que no era un buen trabajo, por el exagerado maquillaje que utilizaba. 

Mario, escuchó el suave golpe de los tacones de la bella Emperatriz sobre las baldosas marrones del segundo piso, se incorporó de inmediato como picado por una cascabel, aguzó el oído y escuchó acercarse el sonido, ella se desplazaba cadenciosamente moviendo sus caderas hacia escalera para bajar al primer piso, no utilizaba el ascensor, quien la observara de espalda, admiraría con justificada razón su hermoso trasero; bajó uno a uno los escalones del segundo al primer piso, observó la entrada del edificio y luego posó sus mirada fría en Mario, quien quedó petrificado al sentir la indiferencia de aquella mirada que antes fue de amor.

Emperatriz hizo un mohín de disgusto, estaba atrasada, pero qué podía hacer, era la única salida y debía ir a trabajar, saludó a su antiguo enamorado con un frío ¡hola! y apuró el paso para ganar la salida y evitar la conversación con Mario, prosiguió su marcha sin detenerse, él sorprendido por esta reacción inusual en ella, se quedó varado pese a su esfuerzo por entablar conversación; Mario atinó a dar unos pasos hasta la entrada de edificio, se detuvo y observó que el chofer abría la puerta, ella subía rápidamente al automóvil que esperaba con el motor encendido, los amigos del segundo piso, nuevamente se quedaron pasmados admirando tanta belleza y preguntándose adónde iría todas las noches, el chofer inició la marcha y se perdió en la noche, eran las 7:15 pm y las luces de la ciudad dominaban el escenario limeño. 
Hasta mañana Emperatriz.   



SIENTO CELOS





Siento celos del viento que besa tus labios, cuando caminas por la calle solitaria   y eleva tus cabellos en vaivén.

Siento celos del sol que lame tu cuerpo, cuando corres por la playa solitaria de arenas blancas y atraes mil miradas del infinito.

Siento celos de la lluvia que discurre por ti y te humedece de los cabellos a los pies dejando tus huellas en el lodazal.

Siento celos de la luna llena en tus noches, de quien te acompaña dulcemente en tu alcoba y duerme plácidamente en tus sabanas.

Siento celos de la noche oscura y silenciosa que ingresa escondida por tu ventana, te aprisiona, me roba tu tiempo y te sustrae de mi presencia.

Siento celos de tus sueños que, te alejan llevándote a los brazos de quien se cree el dueño de tu corazón, se interpone y retiene mi mirada.

Siento celos cuando me acerco silenciosamente, cada día para mirarme en el espejo de tus ojos, pero tú desvías la mirada hacia otro destino.

Finalmente siento celos y no puedo penetrar tus pensamientos, así celoso cuánto diera por ser el elegido de tu corazón.

viernes, 14 de febrero de 2020

El tiempo no regresa






Cuántas cosas pude hacer en este tiempo y no las hice, y siempre me pregunté por qué, cuántos detalles que te muestra la vida y que el olvido, olvida en este espacio que cada día se acorta, en estos tiempos que vuelan tras el reloj digital.


Cuántas tunantadas quedaron truncas tras los años de ausencia, llevadas a todo ámbito solo en la imaginación, el ritmo y sentimiento están en el pasado que se quedó con mis sueños de niño, detrás de mi patinete azul y de mi camioncito de madera,


Cuántas noches frías de heladas y escarcha, y cuántos días pletóricos de sol y cielo azul me perdí, se han quedado en mis recuerdos, así, cuántos amaneceres, lluvias y truenos retumban allá, en las quebradas del Huancas.


Cuánta belleza y paisajes se escaparon a mis ojos, cuántas noches de plenilunio me debe la vida, cuántos caminos por recorrer se quedaron truncos, aun así, recorrí caminos insondables, cielos estrellados, cochas y meandros fantasmales.

lunes, 20 de enero de 2020

El catecismo y el desayuno del domingo





Jauja 1962, una ciudad apacible, tranquila, muy devota; las fiestas en Jauja tenían y tienen contenido religioso, había y hay muchas fechas festivas a lo largo del año desde enero hasta diciembre, los pobladores, especialmente los responsables, ahorraban todo el año y festejaban a lo grande en la bella ciudad y pueblos cercanos. El violín, el arpa y el saxofón eran infaltables. 

Los hermanos Pedro, Pablo, Rosario y María vivían en la primera cuadra de la calle Bolognesi muy cerca de la Plaza principal, en una antigua casona, de paredes cuarteadas, una puerta mediana y gruesa que había perdido su color verde petróleo, un patio empedrado en cuyas esquinas descansaban maceteros llenos de flores. Una sala enorme que María utilizaba para organizar el nacimiento más grande de la ciudad en navidad.

El ambiente de la cocina-comedor era opaco, lóbrego, sin ventilación, una pequeña ventana dejaba entrar la luz con mucho esfuerzo. La cocina era a leña, las paredes alguna vez fueron blancas, estaban grises por el hollín, una mesa y dos bancas rústicas grandes de madera y un pequeño horno de ladrillos completaban el cuadro de este ambiente, donde María y Rosario se reunían diariamente para tomar sus alimentos. Por la tarde a la hora del lonche, participaban Pedro y Pablo, algunas veces llegaba Antonia la hermana mayor, luego todos rezaban el santo rosario. 

La tía Rosario se despertó como siempre a la misma hora, se estiró encima de su mullida cama, llena de almohadones y frazadas de lana de oveja, se levantó se puso las pantuflas y encima del pijama extendió una chompa gruesa color marrón que, le llegaba hasta las rodillas, era de lana de oveja merino. Se acercó al ventanal de su dormitorio corrió las cortinas y un sol esplendoroso iluminaba la mañana, miró el jardín interior, se veía hermoso, la pileta al fondo con visos de escarcha mañanera. Rosario tenía cincuenta años, era soltera, vigorosa y conservaba una buena apariencia.

Miró el reloj, se ubicó frente al espejo y se acicaló el cabello, descubriendo que tenía hebras de plata, bajó al ambiente utilizado como cocina-comedor, seguro que María ya salió a misa, pensó. Luego llamó a la joven que ayudaba en los quehaceres de la casa no obtuvo respuesta. La joven Raquel que conocía bien a Rosario, había salido temprano a comprar el pan caliente de la panadería de Don Atanasio, el mejor pan de la ciudad.

María había salido minutos antes que despertara su hermana, aleccionada por las campanadas de la Iglesia y por el loro que repetía cada mañana, ¡levántate, María para la misa! El loro hablaba hasta que sentía el clásico sonido de los zapatos negros gastados de María, esta era muy católica, asistía a misa todos los días a las seis y treinta de la mañana y comulgaba, cubría su cabeza con un velo negro, que tapaba su cara. Era una tía “cucufata”. Los otros tíos iban más tarde a la misa, menos Pablo.

Como  toda ciudad provinciana Jauja era muy tradicional muy creyente donde se celebraban numerosas fiestas religiosas y aniversarios de la ciudad y los poblados cercanos, con buena comida y bebida. En aquellos años, la labor de la Iglesia Católica y de los sacerdotes por la feligresía, especialmente la niñez y juventud, pasaba por inculcar valores y catequizar a los niños, iniciarlos en el conocimiento de los preceptos, oraciones, mandamientos, de la religión católica.

Durante todo el año en la Iglesia Matriz de Jauja los fines de semana, se impartía el catecismo los sábados, está actividad se iniciaba con la matrícula y era un compromiso obligatorio asistir los sábados a partir de las dos de la tarde al catecismo, clases sobre la religión católica una especie de curso de religión. Las catequistas, eran jóvenes mujeres, que habían sido parte de estos cursos anteriormente y conocían al detalle los temas a enseñar, ponían todo su esfuerzo en hacer de los niños verdaderos católicos.

Cada sábado puntualmente asistíamos al catecismo, las catequistas entregaban una libreta de control anual, que incluía las oraciones, preceptos, mandamientos, canciones religiosas y fechas importantes de nuestra religión, al final había dos hojas de control, para dar conformidad de asistencia al catecismo con un sello que decía “CATE”.

Los domingos la asistencia a misa de 8 de la mañana era obligatoria, y todos los niños estábamos en primera fila orando y cantando canciones aprendidas, al final después de la Santa bendición, formados y guiados por las catequistas íbamos al patio lateral de la iglesia, donde sellaban la asistencia a misa con otro sello “MISA”. Lo más interesante venía después, disfrutábamos de un sabroso desayuno, un bizcocho grande con pasas y una taza de chocolate caliente.

Mientras servían el desayuno, el padre Fabiano, un sacerdote italiano joven, se paseaba muy sonriente, con su San Martín en la mano, una especie de  chicote de tres puntas, que daba temor, porque sus efectos eran dolorosos, el joven sacerdote lo blandía al aire como una espada del medioevo, en ocasiones por la ansiedad, se armaba un gran bullicio y desorden en la cola, entonces a los provocadores les caía su “estate quieto”.

Los domingos en la tarde estaba programada la proyección de una película en el salón parroquial, un improvisado cine, el costo para ingresar era de cuarenta centavos o dos pesetas, este improvisado cinema, solo disponía de un solo proyector, por lo que, entre rollo y rollo se prendían las luces, se daba rienda suelta a la chacota y bullicio era tremendo. Nos divertíamos a lo grande.

El padre Fabiano en medio de sus limitaciones siempre ofreció a la comunidad lo que estaba a su alcance de forma desinteresada y con el amor cristiano que profesaba a toda la población especialmente a los niños. Un sacerdote italiano cumpliendo su misión en tierras lejanas, con humildad, dedicación, preocupado para que los niños de esta ciudad crezcan con valores, cumpliendo su labor de culto y de intermediación entre sus feligreses y Dios, inolvidables momentos y aprendizaje de valores de un sacerdote que la memoria guarda con agradecimiento. Gracias padre Fabiano, allí en donde te encuentres gozando de la paz del señor.