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domingo, 10 de agosto de 2025

Crónicas viajeras: Sydney ciudad de contrastes.

 

Foto: Colección Artucas. 2013

Crónicas viajeras: Sydney ciudad de contrastes.

Por: Arturo Castro F.

Deseo compartir este relato, sucedió en la ciudad de Sydney-Australia en 2013. En otras latitudes como es el presente caso, sorprende lo bien que funciona el sistema de transportes en estos países, denominados del primer mundo, y como es lógico sentimos cierta desazón y surge la pregunta, por qué en estos países sí funcionan y en el nuestro es un pésimo y arcaico sistema.

Líneas de buses con buenos paraderos, horarios de llegada y salida que cumplen, las diferentes líneas de buses, lo confortable de vehículos y trenes, a lo largo del recorrido de las principales y amplias avenidas, existen áreas de seguridad dónde los buses se detienen momentáneamente para cambiar de conductor, esto como una forma de control de las autoridades de transporte.

Fue una mañana de otoño, las hojas secas se desprendían de los árboles a lo largo de la Busaco Rd., y también de la vera de las avenidas, parques, alamedas y jardines, parecían alfombras persas hiladas finamente, hojas de diferentes formas y colores, así era ese hermoso día en Sydney, sin mucho frio la temperatura marcada 15°C.

Nos volvimos a embarcar en el paradero del bus de la línea 292, que cubre la ruta desde la calle Busaco Rd., en el distrito de Marnsfield hasta el centro de Sydney. En esta calle está el paradero final o inicio de la ruta, según las personas que desean partir hacia la ciudad o regresen de ella. El viaje dura aproximadamente 45 minutos, por una autopista con varios carriles, toda en buen estado y bien señalizados.

En su recorrido hacia la ciudad el bus se desplaza por el carril que está asignado para este tipo de transporte, en las horas punta ningún otro vehículo puede utilizar ese carril de tal manera que, el desplazamiento de los buses en general es rápido por las avenidas y calles bien conservadas y mantenidas, la ruta de esta línea bordea la Universidad Macquarie, ingresa a su gran campus, para recoger estudiantes, pasajeros y enrumbar luego hacia el Macquarie Shopping Centre, se detiene en el paradero, el mismo que es utilizado por varias  líneas de transporte, aquí los usuarios encuentra toda la información sobre horarios de llegada y partida de los diferentes buses, los que cumplen escrupulosamente y las rutas que cubren a lo largo de su recorrido por toda la ciudad.

Al lado de la Universidad, está ubicado el paradero del tren subterráneo. Luego de esta breve visita al Shopping, el bus ingresa a la autopista que la llevará al centro de Sydney, ingresando por el Sydney Harbour Bridge, el famoso puente de la bahía de Sydney y parar en la intersección de York Street, con Market Street, su paradero final, al costado del Centro Comercial Reina Victoria.

Volvamos a la ruta, la universidad Macquarie tiene un amplio campus con zonas de parqueo enormes, aulas rodeadas de bosques y presencia de diversas aves: cuervos, cacatúas, urracas, loros de todos los colores, kookaburras se mezclan en un coro. Un paisaje verde domina el escenario y se abre a la observación de estudiantes, profesores, peatones y visitantes. La vegetación se extiende a ambos lados de las vías por donde se desplaza el bus.

En uno de los paraderos intermedios, antes de llegar al Shopping Centre descrito líneas arriba, subió una joven de aproximadamente 35 años, simpática, con un atuendo que reflejaba su buen gusto y juventud, zapatos de tacón color negro, pantalón del mismo color, una blusa de color rosa manga larga y una chaqueta crema, manga tres cuartos, completaba su atuendo.

Había una particularidad en esta joven, observamos que subía con un perro labrador que hacía de lazarillo. Saludó al conductor y pasó sin pagar pasaje, el perro, la guió hasta el asiento reservado para ancianos, bebes y minusválidos y ella tomó asiento y el perro se acomodó debajo del asiento a su lado, en actitud alerta.  

Luego, ella sacó de su bolso un IPod, se colocó los audífonos en ambos oídos, seleccionó al tacto su música preferida y se concentró en escuchar sus melodías seguramente seleccionadas previamente, mientras el bus se desplazaba raudamente por su carril y el perro permanecía quieto y atento.

Pasados aproximadamente 20 minutos presionó el botón para bajar, que está ubicado en uno de los ejes verticales del bus, muy cerca de los asientos, se encendió una pizarra digital pequeña y se leyó “next stop”, un aviso para que el conductor detenga el vehículo en el paradero, ella guardó su IPod en el bolso, se incorporó al detenerse el bus y luego guiada por su mascota bien entrenada, agradeció al conductor, bajó del bus y se perdió en dirección al paradero del tren subterráneo. No queda imagen de ella, porque respetamos su intimidad, como debería ser en todo lugar.

Les dejo la siguiente imagen. Hasta la próxima…

Bahía de Sydney, el Ópera House.


Imágenes: Colección Artucas.