SENSACIONES

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Nuestras sensaciones más íntimas...

viernes, 28 de junio de 2013

Papá Rolando.



No sé si esta historia se parecerá a muchas que suceden o sucedieron en el pasado, hombres y mujeres que podrían tener una historia parecida, en diferentes latitudes del orbe, solo lo sabe cada una de los hombres y mujeres que han vivido esta situación.

En la casa de mi abuela en Jauja vivíamos una tía, su hija, mi prima, yo y mi abuela madre de mi padre a quien yo, consideraba y considero hasta hoy, mi madre, debido a una ausencia muy prolongada de quien fuera mi madre. Muchos años atrás mi madre partió dejándome  al cuidado de mi abuela y dos tías y no regresó. Se perdió  en la bruma del tiempo, en los sinuosos caminos de la vida y murió muy joven en 1963,  no tengo recuerdo de ella, salvo una imagen borrosa de una mujer joven y guapa que me acariciaba la cara. Así se dieron los sucesos y no hay forma de cambiarlas.

Crecí con mi abuela, tías y un hermano de mi padre, mi tío Rolando quien vivía con su esposa y sus hijos muy cerca a la casa. Años antes que yo naciera, Rolando sufrió un accidente ferroviario y como consecuencia del mismo, perdió una pierna y con ello frustró, su brillante carrera de derecho que había iniciado en la Universidad Nacional de Trujillo, tuvo que comenzar nuevamente, amoldarse a su nueva situación dolorosa y encontrar otro camino, otra razón para vivir.

Heredó de mi abuelo un eximio violinista, su afición y pasión por la música y llegó a dominar varios instrumentos, entre ellos: violín, trompeta, guitarra y acordeón. Formó su grupo de cuerdas con amigos, músicos jaujinos y claro que tocaba muy bien, y organizó su orquesta la “Sonora Roland Castro” sonaba bien, se puso de moda  por esa época y amenizaba toda clase de fiestas en la Jauja de los sesenta.

Fue docente en Jauja y Lima, compartió la enseñanza nocturna en las aulas de la GUE Alfonso Ugarte de San Isidro con Arturo “Zambo” Cavero. Residiendo en Lima estudió y terminó la carrera de Derecho su gran sueño de joven y aún tuvo tiempo para ejercerla.   

Por los años cincuenta del siglo pasado, siendo todavía  un niño,  añoraba la presencia de mis padre, como todo niño a esa edad, de mi madre tenía muy vagos recuerdos, cuando preguntaba por ella a mis tía y abuela, recibía un sonoro silencio y en medio de ello, la figura de mi padre se escabullía, se borraba luego de sus visitas esporádicas a mi abuela, su mirada, sus palabras cariñosas se quedaron allá muy lejos. Trabajaba en una minera de Casapalca y vivía con su familia. En 1967 murió mi padre en un accidente en la Oroya, yo tenía 17 años y había terminado la secundaria, buscaba mi camino como todos los jóvenes a esa edad.

En el colegio los padres iban, como es hasta ahora, a las actividades culturales o a interesarse por el desarrollo y asistencia de sus hijos, en mi caso esa labor la suplía mi tía, una mujer comprensiva y cariñosa, muy condescendiente. Y es en esta etapa cuando más necesitaba la presencia y amor de mi padre; pero, él estaba lejos. No pasó desapercibido el interés que mostraba mi tío Rolando por mí y así poco a poco, a pedido de mi abuela, iba a buscarlo para recibir sus consejos y orientación en los cursos que estudiaba en el colegio, o para ayudarlo en alguna actividad.

Y así, cuando me interrogaban los compañeros o profesoras por mi padre en el Colegio, casi siempre mi respuesta describía a mi tío Rolando que era la presencia masculina más cercana a  mí y cada día de mi niñez se fue llenando de su presencia, cubriendo un vacío dejado involuntariamente por mi padre. No puedo dejar de mencionar que el tío Rola en medio de sus problemas personales y familiares, supo suplir la ausencia de mi padre de muy buena forma, siempre tuvo un pequeño tiempo para darme consejos, llamarme la atención o interesarse por mí, así nació, con todo el cariño de niño una expresión mía que hasta hoy recuerdo “Papá Rolando”.
Papá Rolando” nos dejó hace pocos días, partió a encontrarse con el Altísimo, dejó una gran tristeza en su esposa y sus hijos, tres de ellos residentes en EE.UU. Sus hermanos lo
acompañaron a su última morada, su deseo final fue que lo cremaran. Descansa en paz querido  “Papa Rolando”.  


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