Abelardo, remontando los 100 años de vida.
Ayer 1 de enero de 2013 primer día
del año, agarramos nuestros bártulos y fuimos a visitar a Abelardo Delgado
Monteza, padre de María Isabel y abuelo de mis tres hijos. Lo encontramos en el
jardín de la casa, en actitud meditativa. Con seguridad se hacía mil preguntas,
es que para un hombre de su edad, haber pasado la barrera de los 100 años de
vida, no solo es una gran satisfacción y acontecimiento personal, sino que trasciende a lo familiar, amical e institucional.
Quien lo ve en persona, no cree que
ya pasó la barrera de la centuria, muchas personas con quienes conversa, al paso, en el
taxi, en el mercado o en Plaza Vea adonde acude acompañado de sus dos hijas para
realizar sus compras semanales, se llevan la gran sorpresa cuando se enteran
que es un hombre centenario.
Aunque sus pasos son lentos y
seguros, siempre camina apoyado en un bastón de madera. Las personas lo
observan con detenimiento y no tardan en preguntarle por su edad, cuando él
responde, los curiosos se llevan una sorpresa, porque fácilmente le calculan 80
años, y él dice que esa edad ya la pasó hace 20 años, luego ríe como un
adolecente por la sorpresa que causa.
El próximo 5 de mayo, a este paso
seguro, estará cumpliendo 101 años, como él dice “me siento feliz de haber
llegado a esta edad aunque con los achaques y dolores propios, pero mi mente está lúcida, aunque el cuerpo no me
sostiene muy bien, pero así y todo sigo adelante”.
Al calor de unas copas de vino, se
anima a recitar, tiene preferencia por los versos de los tangos que cantaba
Carlos Gardel. La copa de vino que brinda con nosotros, por un año lleno de
éxitos, lo anima. Poco a poco entra en calor y deja la timidez a un lado,
aunque de tímido no tiene nada y se anima a recitar. Comienza su actuación con
el tango “mano a mano”, luego vendría “la cumparsita” , "tomo y obligo" y otros más, de sus
épocas gloriosas.
Nos comenta que aprendió de
cadete en la Escuela Militar de Chorrillos y fue un compañero de estudios de
nacionalidad argentina, Delfor Fantón, quien lo inició en estos avatares
literarios. Lo sorprendente en él, es que,
recuerda la letra de algunas canciones
casi completas, de otras, solo algunos versos. No está demás decirles
que, al recitar se convierte en un excelente declamador, digno del mejor
auditorio, poniéndole todo el énfasis al expresar sus versos.
Por momentos rememora su larga vida
y se detiene en pasajes que considera muy importantes, desde su niñez violenta
en Chota, la muerte de su padre en una refriega, sus estudios primarios en
Chiclayo lejos de la casa materna, luego Lima y su ingreso a la Escuela Militar.
Precisamente de su vida de cadete, en la Escuela Militar, provienen sus mejores anécdotas y se
relacionan con el tiempo en que recibió su formación académica, y egresó como
subteniente de infantería.
Así es este señor, dueño de
experiencias vividas en las diferentes guarniciones del país, de las diferentes
regiones del Perú. Reconocido como héroe nacional y defensor calificado de la
patria. Conserva en un lugar especial de su modesto departamento, las
condecoraciones, que el país le impuso en reconocimiento a su heroica
participación en el conflicto del año 1941, frente al Ecuador.
Es de los pocos que aun viven, que participaron en esta victoriosa campaña y que conformaron esa pléyade de hombres, quienes
no dudaron un instante en brindar su
mejor esfuerzo en defensa de la integridad territorial de nuestra patria. Abelardo
es un ejemplo para las generaciones nuevas de soldados de la patria y un
orgullo muy grande para su familia y sus amigos.
Abelardo, larga vida te dé el gran
arquitecto del universo, para alegría de toda la familia y tus amigos.
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