Al igual que en otras naciones, en nuestra historia republicana muchas han sido las oportunidades en que diferentes personajes políticos, han propuesto a la población como una alternativa el voto en blanco o viciado. Durante la campaña electoral del 2001, hubo una propuesta política por el voto en blanco y viciado, esta cruzada estuvo encabezada por el escritor Álvaro Vargas Llosa y el periodista Jaime Bayly, quienes pidieron votar en blanco o viciado a la población, porque consideraban que Toledo y García, por distintas razones, estaban incapacitados moralmente para gobernar.
Se colocaron como adalides a la cabeza de ese vasto sector de la población que opinaba y seguramente hoy continúa opinando como ellos; además el 02 de junio de 2001, la ex secretaria de EEUU, Madelaine Albright, urgió a los peruanos a rechazar la campaña por el voto en blanco y a optar por un candidato en las elecciones presidenciales. Albright encabezaba en esa oportunidad la delegación de observadores internacionales en la segunda vuelta de los comicios en los que se disputa la presidencia el ex presidente Alan García y el economista Alejandro Toledo.
Este hecho aparentemente singular siempre se ha presentado en nuestra vida política y se vuelve a repetir cuando la población se percata que quienes están de candidatos son personajes que viven de la política, que están acostumbrados a no cumplir con sus promesas o, han estado involucrados en presuntos actos de corrupción y por tanto han perdido credibilidad y tiene su imagen muy deteriorada ante la población, que debe elegir entre un candidato malo y uno peor, esto mismo se repite en cualquier país, ciudad o región de la tierra (…)Los votos válidos no llegaban al veinticinco por ciento, distribuidos entre el partido de la derecha, trece por ciento, partido del medio, nueve por ciento, y partido de la izquierda, dos y medio por ciento.
Poquísimos los votos nulos, poquísimas las abstenciones. Todos los otros, más del setenta por ciento de la totalidad, estaban en blanco (…) (José Saramago, 31). Nuestro caso político se ha debatido desde hace 10 años como un péndulo, entre lo malo conocido o lo bueno por conocer, cuando todas las ofertas políticas están envilecidas, lo que está fallando es el sistema y lo que procede es votar en blanco, que es la mejor opción cuando se es demócrata y las ofertas y programas no tienen suficiente dignidad cívica, porque esa es un potestad del elector
Frente al incumplimiento de las promesas tantas veces repetidas a la población, la falta de un consenso democrático, la necesidad de programas de ayuda social a los sectores más pobres, crece en diversas sociedades y también en la nuestra, cierta indiferencia hacia los asuntos que atiende la clase política, y como sistema autoritario que se va sembrando silenciosamente un sentimiento de rechazo, así, en algunas oportunidades se impulsa el abstencionismo, como una estrategia política, coartando, conteniendo y desmotivando la intervención civil en los asuntos de gobierno.
El peligro que representa para el estado de derecho el hecho que los individuos se desentiendan de los asuntos de la administración pública y se recluyan en sus intereses privados, es grave. El abstencionismo varía en su significado de acuerdo con el grado de madurez de democracia alcanzada en el lugar o país que se trate (democracias estables y desarrolladas, o democracias en transición). Entonces será que el voto en blanco es un voto responsable de ciudadanos que por diferentes razones de conciencia no se sienten representados por los partidos políticos existentes.
El voto en blanco, no puede ser considerado como antidemocrático, el voto en blanco es igual de democrático que cualquier voto que se emita en las urnas, lo que sucede es que este voto asusta a los partidos políticos porque, no se puede identificar al votante porque el voto es secreto, el elector que vota en blanco no puede ser acusado de subversivo, ni antidemocrático porque está ejerciendo su derecho constitucional de elegir una opción, porque además es alguien que no está satisfecho con el funcionamiento de la democracia y escoge esa manera de expresarlo, lo que no se ha probado hasta ahora, no existe información si este voto es eficaz, pero de lo que estamos seguros es que sí sirve para mejorar la relación entre políticos y la sociedad, aunque la causa sea el temor.
El voto en blanco es considerado como un peligro para la democracia por los gobiernos y políticos de los partidos, ven un riesgo frente a la decisión soberana de la sociedad, de no elegir ninguna de las opciones que se presentan, les causa preocupación. Muchas autoridades no duermen bien, temen ser declarados ilegítimos, porque ineptos son, por tanto deben hacer lo imposible para buscar y encontrar a los responsables, desplegar a sus servicio de inteligencia y encontrar las causas que motivan el gran porcentaje del voto en blanco (…)(La impresionante tranquilidad de los votantes en las calles y dentro de los colegios electorales no se correspondía con la disposición de ánimo en los gabinetes de los ministros y en las sedes de los partidos.
La cuestión que más les preocupa a unos y otros es hasta dónde alcanzará esta vez la abstención(…) (José Saramago, 42), pero el voto en blanco también podría ser considerado como, mucho más que una abstención, porque quien vota en blanco, en realidad, asume una actitud activa, combativa y cuestionadora frente al sistema imperante, pues al no va elegir a ninguno de los contendientes está expresando un rechazo a la totalidad de las ofertas electorales que se le presentan y ese rechazo equivale a un severo cuestionamiento al sistema político en bloque, expresa la enérgica protesta del votante por la ausencia de opciones electorales renovadas, serias y responsables (…) (De esta, manera entre espías y vigilantes, entre magnetófonos y cámaras de vídeo, todo parecía seguro y bien seguro, a cubierta de de cualquier interferencia maligna que desvirtuase la pureza del acto electoral(…) (José Saramago, 44)
(…)(El gobierno, reconociendo que la votación de hoy confirma, agravándola, la tendencia verificada el pasado domingo y estando unánimemente de acuerdo sobre la necesidad de una seria investigación de las causas(…) (José Saramago,44), al no otorgar su preferencia a ningún partido, el votante en blanco está denunciando que existe una crisis de representación política generalizada y profunda, y está reclamando, por una vía indirecta, que el sistema político se renueve y que los partidos se abran a nuevas ideas, alternativas y propuestas.
Por ello es necesario que se promueva una amplia reforma política, que se traduzca en cambios estructurales, vinculados con la modernización de los partidos y con una absoluta transparencia en su funcionamiento y financiamiento, y en modificaciones operativas, entre las que se debatan el reemplazo del sistema de listas sábana en los grandes distritos del país y la posibilidad de otorgarle valor al voto en blanco.
Frente al hecho del alto porcentaje de votos en blanco en la segunda votación los gobiernos democráticos acostumbran a realizar una serie de conjeturas, van desde un atentado contra la seguridad del estado o contra la estabilidad democrática, hasta una conjura internacional de desestabilización política, ven enemigos en todas partes y mueven a sus agentes de seguridad del estado para ubicar entre los ciudadanos, partidos políticos de oposición y entre sospechosos del propio gobierno, a quienes estarían involucrados en tamaña aventura.
Sin embargo no se detienen a pensar, por un momento, que los causantes de ese voto en blanco son ellos mismos, quienes por voluntad propia se consideran los más lúcidos dentro de la organización, sin tener en cuenta que es todo lo contrario, esa enorme lucidez de la que hacen gala al momento de plantear sus promesas electorales, o la solución a los grandes problemas nacionales, prácticamente se convierte en una severa la ceguera, la que los sigue abrazando y equivocadamente creen tener la verdad cuando buscan un chivo expiatorio.
Por eso el voto en blanco es considerado un poder, que está en manos del vecino, porque el ciudadano común y corriente ejerce su derecho, su soberanía, cuando le da su voto al gobernante para que en su nombre y representación gobierne, pero también lo veta cuando vota en blanco, porque el voto en blanco es un desprecio a los políticos que trafican con las legítimas aspiraciones de los pueblos.
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