Los hombres en el pozo se preparan para el trabajo, no hay descanso, no domingos, ni
feriado largo, las maquinas calientan, un halo de vapor se eleva, una febril excitación domina el ambiente.
Las golondrinas trisan, van y vienen, hacen piruetas en el espacio, cambian
de dirección en vuelo, hienden
felices a media altura y rosando el suelo, nada
las detiene en su rutina.
Los gallinazos sisean, cabeza negra desnuda y arrugada, vuelan
muy alto, planean en círculos concéntricos, buscan corrientes de
aire ascendentes, detectan el alimento con su larga vista.
Los aguiluchos se desperezan en el nido, con hambre, lanzan
su chillido de alerta al viento, sus padres ausentes, el
eucalipto se mece y las ramas se agitan, para ellos será un temblor o quizá un
terremoto.
Los loros de cabeza roja, en bandadas invaden Lima, no se salvan los árboles de alamedas, plazas y avenidas, se
adueñan de los retoños de los frutos y vuelan
alegres con un sonido espectacular y característico.