Macondo es una aldea fundada por Arcadio Buendía y veintiún intrépidos hombres con sus familias, luego de una penosa travesía por la sierra colombiana, suman un total de trescientos habitantes. Macondo se hace realidad “fruto de un sueño de casas con paredes de espejo”, que nunca pudo descifrar. Alejada de la modernidad, en medio de ciénagas, a la rivera de un río pedregoso, en cuyas orillas la gente acopiaba agua para sus principales necesidades, nació la aldea solitaria y aislada de la civilización y de la modernidad. Planeada, organizada y distribuida por José Arcadio Buendía
Pareciera que la soledad territorial de Macondo se contagiaba a los habitantes de la ciudad en ciernes, como una maldición se expande y toca a la familia Buendía conformada por dos primos, José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán ellos tuvieron tres hijos José Arcadio, Aureliano Buendía y Amaranta. Al nacer sus hijos a Ursula siempre la asaltaron los temores propios de las costumbres, el incesto era practica normal por esos tiempos, la prohibición de casarse entre familiares porque les nacían los hijos con cola de cerdo, quedaba tranquila cuando constataba que la maldición no les alcanzaba.
Desde su nacimiento Amarante llega y enfrenta la indiferencia del padre dedicado a sus actividades de alquimista, su hermano Arcadio había iniciado un romance con Pilar Ternera con quien tiene un hijo, Arcadio huye del pueblo con una gitana y abandona al hijo, Amaranta se hace cargo de su crianza. Mientras Ursula se dedica a la fabricación de caramelos, Amaranta y Arcadio son criados por Visitación una indígena guajira, de quien aprenden la lengua guajira y se niegan aprender el castellano, quizás aquí nace esa exclusión, esa separación, esa invisible barrera que pone ella entre su familia y su mundo de juegos y aprendizaje.
Durante la etapa de cambio de dientes, Amaranta y su sobrino Arcadio continuaban separados, excluidos del entorno familiar, faltos de amor filial, se comunicaban entre ellos y por intermedio de Visitación con sus familiares en la lengua guajira, (…) los hijos heredan las locuras de sus padres (…) (García Márquez, 49). El mundo de juegos de Amaranta y Arcadio se verá transformada por la llegada de Rebeca Montiel, una niña huérfana de Manaure, traída por unos traficantes de pieles, Rebeca sufrirá la pérdida familiar y le será difícil inicialmente acostumbrarse a su nuevo hogar y entablar una relación familiar con todos, principalmente con Amaranta.
Ni la enfermedad del insomnio, ni los arrebatos de la evasión de la memoria que obligó a Arcadio encontrar un fórmula para recordar los nombres, hicieron que la soledad de Macondo se viera trastocada, la pócima de Melquíades el gitano viejo, devolvió la luz a la memoria de José Arcadio Buendía. (…) tan ocupada estaba en sus prósperas empresas, que una tarde miró por distracción hacia el patio, mientras la india ayudaba a endulzar la masa, y vio a dos adolescentes desconocidas y hermosas (…) (García Márquez, 62) La indiferencia y los negocios de Úrsula aumentaron en el pueblo, éste crecía con la llegada de inmigrantes, progresaba la venta de caramelos y se diversificaba en la confección de panes y dulces que los habitantes de Macondo y del interior de la ciénaga consumían.
Úrsula viendo a Rebeca y Amaranta convertidas en adolescentes, le nació el deseo de mejorar las condiciones de vida de sus hijos, amplió la casa, la pinto de blanco, compró muebles vieneses nuevos de la gran ciudad y planeó una fiesta para inaugurarla, fiesta a la que asistirían los fundadores de Macondo y sus hijos.
Cuando Pietro Crespi joven italiano experto en música llegó a Macondo, para armar la pianola que los Buendía habían comprado para la gran fiesta, causó sorpresa por su pulcritud, educación, conocimientos musicales y de baile, provocó el interés de Amaranta y Rebeca, entre ellas surgió una rivalidad invisible. Pietro con la experiencia de un mundo lejano, moderno y avanzado, las envolvió en su halo perfumado de caballerosidad, cuando terminó sus labores dejó Macondo sumido en la tristeza y desesperación, abandonó también los corazones rotos de sus dos admiradoras, pero una solo sería correspondida, Rebeca lloró amargamente en su dormitorio la partida de su amado.
Pronto Rebeca tendría noticias de Pietro y será Amparo Moscote la hija del corregidor, quien la visitará y aprovechará para entregarle una carta de Pietro, muy disimuladamente pues Amaranta no despegaba el ojo de Amparo, así nació una amistad cómplice entre ellas. Amaranta se entera que Rebeca es la escogida por Pietro, el día fijado para la llegada del correo y este se retrasa, entonces Rebeca es presa de una crisis pasional que la llevó a un estado de depresión, con gritos de impotencia ante la lejanía de su amor y la falta de noticias. Amaranta también enfermó al enterarse que era Rebeca y no ella la correspondida, allí nació un rencor malsano contra Rebeca.
A partir de ese día Amaranta rumiaba en su interior la forma de separar a Pietro de Rebeca, no descansaría de sus ardides y emboscadas con el único propósito de separarlos, pero el amor que unía a Pietro y Rebeca soportó toda clase de interferencias.
El matrimonio de Aureliano Buendía y Remedios la hija menor del corregidor del pueblo, fue concertada en una noche de sexo de Aureliano con Pilar Ternera, causó revuelo y sorpresa en Macondo, Remedios era una niña cuando la pidió y una adolescente cuando se casó, apenas si había aprendido a la volada las actividades propias que debía cumplir como esposa.
José Arcadio Buendía decidió que Rebeca que era correspondida por Pietro Crespi se casara, que Amaranta viajaría a la gran ciudad para conocer otras personas y Aureliano se casaría con la niña Remedios. Rebeca recuperó la salud nuevamente, escribió una carta a su novio, Amaranta fingió estar de acuerdo con la decisión de su padre.
Pietro Crespi decide establecerse en macondo, abre un almacén para vender instrumentos musicales, forma un coro en la iglesia y formaliza su compromiso con Rebeca. Amaranta no cesa en su afán de romper ese vínculo y le confiesa su amor a Pietro, éste la trata como una chiquilla y le dice que tiene un hermano. La humillación recibida de Pietro catapulta en el interior de Amaranta su rencor al máximo, se acaba el amor que sentía por Pietro, en su mente diabólica urde una venganza, con un rencor violento guardado en el corazón, para impedir definitivamente la boda.
-(…) No te hagas ilusiones. Aunque me lleven al fin del mundo encontraré la manera de impedir que te cases, así tenga que matarte (…) (García Márquez, 81), fue la amenaza que recibió Rebeca de Amaranta al despedirse con un beso, cuando viajaba a la gran ciudad. El matrimonio de Rebeca y Pietro debía realizarse el mismo día que el de Arcadio con Remedios, pero una carta que llegó a Pietro indicando la próxima muerte de su madre frustró el enlace, Pietro viajó urgente a la gran ciudad, en el camino se cruzó con su madre que llegó puntual a la boda, Pietro regresó dos días después, sospechó de Amaranta como autora de la carta pero no habían pruebas.
Otro ardid tramado por Amaranta tuvo como cómplice involuntario al padre Nicanor quien inició una colecta pro construcción del templo nuevo, la obra demoraría tres años en culminar (…) la más afortunada será Rebeca(…), (…) te va tocar inaugurar la iglesia con tu boda(…) (García Márquez, 93).
Rebeca dejó de hablar definitivamente a Amaranta, discutieron acaloradamente, le increpó su interés en oponerse a la boda revistiendo sus acciones de una inocencia que no tenía, Amaranta en un rapto de odio exclamó para zanjar la discusión (…) Así no tendré que matarte en los próximos tres años (…) (García Márquez, 94).
Otro hecho luctuoso que demostraba la personalidad sicótico de Amaranta, fue el hecho que faltando un mes para el matrimonio, en su actitud febril de poner obstáculos, quitó las bolitas de naftalina colocados para proteger el vestido de novia que finalmente fue pasto de las polillas. Solo la diligencia de Amparo Moscote solucionó este problema faltando una semana.
Habiendo fracasado todos los intentos por impedir la boda de Rebeca, Amaranta resuelve dar muerta a su rival de amores, decidió utilizar laudano en un café para envenenar a Rebeca, lo haría el viernes día anterior al de la boda. Faltando una semana la amenaza de Amaranta se hace realidad, solo que la muerte que escoge a sus victimas con anticipación, llegó de manera fortuita a visitar a Remedios la esposa de Aureliano Buendía, Amaranta nuca se repuso de esta crisis de conciencia que la acompaño el resto de sus días.
Por esos días nació el hijo de Aureliano con Pilar Ternera al que llamaron Aureliano José, a la muerte de Remedios y como una forma de pagar su culpa Amaranta se hizo cargo del hijo de su hermano, lo adoptó como hijo suyo y se dedicó con mucho interés a su educación.
José Arcadio quien fugó con una gitana, regresó después de varios años a Macondo, había desarrollado enormemente, tenía tatuado todo el cuerpo y había recorrido los siete mares del mundo, llegó como se había ido pobre, pero con conocimiento de lo bueno, lo malo y lo feo de la naturaleza humana. Para Rebeca José Arcadio no paso desapercibido a diferencia de Amaranta que le causaba aversión su comportamiento vulgar y mundano, Rebeca lo comparó con Pietro y se percató que éste a su lado era un alfeñique, poco a poco buscaba su mirada, su compañía, se turbaba con la mirada de José Arcadio
El galanteo de José Arcadio hizo temblar de turbación a Rebeca, su pasión y deseo creció de manera exponencial, la dominó, lo siguió en sus pensamientos, en sus sueños húmedos, bajo sus sabanas como nunca antes, hasta que una noche silenciosamente, buscando la complicidad de las sombras y la oscuridad, ingresó al dormitorio de José Arcadio y se entregó con una pasión desconocida. Mientras él exclamaba en el clímax de la pasión nunca antes sentida (…) Ay, hermanita; hay, hermanita (…) (…) ella tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para no morirse (…) (García Márquez, 102), de inmediato se casaron.
Pese a que el matrimonio de Rebeca con José Arcadio dejaba el camino libre para Amaranta hacia el corazón de Pietro Crespi, ésta nunca logró superar su odio hacia Rebeca, es que estaba celosa por la belleza de Rebeca que era superior y porque se casaba con su hermano. Lo cierto es que Amaranta era poco agraciada, atendía a Pietro con mucha diligencia, haciéndolo olvidar la terrible pesadilla de la traición de Rebeca, después de un tiempo le propuso matrimonio, esa sería una de las muchas propuestas, recibió una negativa de Amaranta, como tantas otras en el futuro.
La amistad entre Pietro Crespi y Amaranta era cada día más profunda, esa relación reverdeció en Amaranta la ternura olvidada, suspiraba y mostraba su alegría al lado de Pietro, aseguraba que éste había encendido su amor, la dicha trajo prosperidad al negocio de Pietro, quien hizo traer a su hermano menor. El tiempo pasaba rápidamente, el luto por Remedios ya no era importante, Pietro Crespi aguijoneado por el deseo tantas veces postergado, insistió nuevamente en pedir en matrimonio a Amaranta, grande fue su sorpresa cuando escuchó la respuesta de Amaranta (…)No seas ingenuo Crespi, ni muerta me casaré contigo(…) (García Márquez), 119) . Pietro Crespi desilusionado ante la realidad, con un dolor profundo en el corazón flechado por el amor dos veces y rechazado doblemente, no resistió y una noche se encerró en su almacén y se suicidó cortándose las venas el día de los muertos.
Gerineldo Márquez era un compañero de mucha confianza del coronel Aureliano Buendía, hacía muchos años que había puesto sus ojos sobre Amaranta, elle imperturbable siempre lo rechazaba, él insistía en pedirle en matrimonio en varias oportunidades (…) No me casaré con nadie, pero menos contigo (…) (García Márquez, 146). Úrsula viendo la insistencia del coronel Márquez que continuamente le pedía en matrimonio le dijo a Amaranta (…) Cásate con él, difícilmente encontrará un hombre como ese (…) Amaranta fingiendo disgusto respondió (…) No necesito estar casando hombres (García Márquez 147), esa noche Amaranta sintió un remordimiento comparable al que sintió con la muerte de Remedios.
Amaranta vio que José Aureliano ya era un hombre, desde niño lo bañó junto a ella desnuda, por las noches abandonaba su hamaca y se iba a dormir a su lado, luego ella inició un amor incestuoso con su sobrino, estos eran los únicos momento que la soledad de Amaranta quedaba aplanado por la consumación de sus deseos sexuales, que acabó cuando fueron sorprendido por Úrsula en el granero.
Durante más de cuatro años el coronel Gerineldo Márquez insistió en pedir en matrimonio a Amaranta y ella tantas veces lo rechazó sin herirlo, él incluso le prometió renunciar a la guerra, ella le dio su última respuesta (…) olvidémonos para siempre, ya somos demasiado viejos para estas cosas (…) (García Márquez, 173)
Amaranta envejecida por el odio de su corazón por su falta de interés en el amor, en medio de su soledad no podía escoger sus recuerdos, solo tenía espacio para los de Rebeca y su rencor que atenazaba su corazón mientras rendían pleitesía a su soledad quizás la única compañía en sus horas de aflicción era Remedios la bella cuando ambos comían en la cocina, continuó su vida solitaria, sabiendo que al otro lado de la ciudad vivía Rebeca.
Después de la muerte del coronel Aureliano Buendía al pie del castaño, Amaranta preparó su muerte con antelación, pero también la de Rebeca, para quien tejía una hermosa mortaja; después del último rechazo al coronel Gerineldo Márquez se internó en su cuarto y vivió solitaria.
Amaranta siempre pensó que moriría después de Rebeca, quien vivía su vejez solitaria viuda en compañía de una ama, Amaranta preparó su mortaja de común acuerdo con la muerte y su defunción acaeció cuando terminó de confeccionar su mortaja y en presencia de toda la población que le llevaba cartas para sus parientes muertos que se habían reunido en su casa.
Los varones, casi sin excepción, pero también las mujeres están marcadas por el signo de la soledad, el Coronel Aureliano Buendía, llora en el vientre de su madre, lo que para ella es una incapacidad para el amor. Amaranta nunca estuvo preparado para compartir su amor con un hombre, siempre se opuso a sus sentimientos, luchó contra ellos y finalmente murió en la vejez igual que Rebeca su rival de amores.
Pareciera que la soledad territorial de Macondo se contagiaba a los habitantes de la ciudad en ciernes, como una maldición se expande y toca a la familia Buendía conformada por dos primos, José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán ellos tuvieron tres hijos José Arcadio, Aureliano Buendía y Amaranta. Al nacer sus hijos a Ursula siempre la asaltaron los temores propios de las costumbres, el incesto era practica normal por esos tiempos, la prohibición de casarse entre familiares porque les nacían los hijos con cola de cerdo, quedaba tranquila cuando constataba que la maldición no les alcanzaba.
Desde su nacimiento Amarante llega y enfrenta la indiferencia del padre dedicado a sus actividades de alquimista, su hermano Arcadio había iniciado un romance con Pilar Ternera con quien tiene un hijo, Arcadio huye del pueblo con una gitana y abandona al hijo, Amaranta se hace cargo de su crianza. Mientras Ursula se dedica a la fabricación de caramelos, Amaranta y Arcadio son criados por Visitación una indígena guajira, de quien aprenden la lengua guajira y se niegan aprender el castellano, quizás aquí nace esa exclusión, esa separación, esa invisible barrera que pone ella entre su familia y su mundo de juegos y aprendizaje.
Durante la etapa de cambio de dientes, Amaranta y su sobrino Arcadio continuaban separados, excluidos del entorno familiar, faltos de amor filial, se comunicaban entre ellos y por intermedio de Visitación con sus familiares en la lengua guajira, (…) los hijos heredan las locuras de sus padres (…) (García Márquez, 49). El mundo de juegos de Amaranta y Arcadio se verá transformada por la llegada de Rebeca Montiel, una niña huérfana de Manaure, traída por unos traficantes de pieles, Rebeca sufrirá la pérdida familiar y le será difícil inicialmente acostumbrarse a su nuevo hogar y entablar una relación familiar con todos, principalmente con Amaranta.
Ni la enfermedad del insomnio, ni los arrebatos de la evasión de la memoria que obligó a Arcadio encontrar un fórmula para recordar los nombres, hicieron que la soledad de Macondo se viera trastocada, la pócima de Melquíades el gitano viejo, devolvió la luz a la memoria de José Arcadio Buendía. (…) tan ocupada estaba en sus prósperas empresas, que una tarde miró por distracción hacia el patio, mientras la india ayudaba a endulzar la masa, y vio a dos adolescentes desconocidas y hermosas (…) (García Márquez, 62) La indiferencia y los negocios de Úrsula aumentaron en el pueblo, éste crecía con la llegada de inmigrantes, progresaba la venta de caramelos y se diversificaba en la confección de panes y dulces que los habitantes de Macondo y del interior de la ciénaga consumían.
Úrsula viendo a Rebeca y Amaranta convertidas en adolescentes, le nació el deseo de mejorar las condiciones de vida de sus hijos, amplió la casa, la pinto de blanco, compró muebles vieneses nuevos de la gran ciudad y planeó una fiesta para inaugurarla, fiesta a la que asistirían los fundadores de Macondo y sus hijos.
Cuando Pietro Crespi joven italiano experto en música llegó a Macondo, para armar la pianola que los Buendía habían comprado para la gran fiesta, causó sorpresa por su pulcritud, educación, conocimientos musicales y de baile, provocó el interés de Amaranta y Rebeca, entre ellas surgió una rivalidad invisible. Pietro con la experiencia de un mundo lejano, moderno y avanzado, las envolvió en su halo perfumado de caballerosidad, cuando terminó sus labores dejó Macondo sumido en la tristeza y desesperación, abandonó también los corazones rotos de sus dos admiradoras, pero una solo sería correspondida, Rebeca lloró amargamente en su dormitorio la partida de su amado.
Pronto Rebeca tendría noticias de Pietro y será Amparo Moscote la hija del corregidor, quien la visitará y aprovechará para entregarle una carta de Pietro, muy disimuladamente pues Amaranta no despegaba el ojo de Amparo, así nació una amistad cómplice entre ellas. Amaranta se entera que Rebeca es la escogida por Pietro, el día fijado para la llegada del correo y este se retrasa, entonces Rebeca es presa de una crisis pasional que la llevó a un estado de depresión, con gritos de impotencia ante la lejanía de su amor y la falta de noticias. Amaranta también enfermó al enterarse que era Rebeca y no ella la correspondida, allí nació un rencor malsano contra Rebeca.
A partir de ese día Amaranta rumiaba en su interior la forma de separar a Pietro de Rebeca, no descansaría de sus ardides y emboscadas con el único propósito de separarlos, pero el amor que unía a Pietro y Rebeca soportó toda clase de interferencias.
El matrimonio de Aureliano Buendía y Remedios la hija menor del corregidor del pueblo, fue concertada en una noche de sexo de Aureliano con Pilar Ternera, causó revuelo y sorpresa en Macondo, Remedios era una niña cuando la pidió y una adolescente cuando se casó, apenas si había aprendido a la volada las actividades propias que debía cumplir como esposa.
José Arcadio Buendía decidió que Rebeca que era correspondida por Pietro Crespi se casara, que Amaranta viajaría a la gran ciudad para conocer otras personas y Aureliano se casaría con la niña Remedios. Rebeca recuperó la salud nuevamente, escribió una carta a su novio, Amaranta fingió estar de acuerdo con la decisión de su padre.
Pietro Crespi decide establecerse en macondo, abre un almacén para vender instrumentos musicales, forma un coro en la iglesia y formaliza su compromiso con Rebeca. Amaranta no cesa en su afán de romper ese vínculo y le confiesa su amor a Pietro, éste la trata como una chiquilla y le dice que tiene un hermano. La humillación recibida de Pietro catapulta en el interior de Amaranta su rencor al máximo, se acaba el amor que sentía por Pietro, en su mente diabólica urde una venganza, con un rencor violento guardado en el corazón, para impedir definitivamente la boda.
-(…) No te hagas ilusiones. Aunque me lleven al fin del mundo encontraré la manera de impedir que te cases, así tenga que matarte (…) (García Márquez, 81), fue la amenaza que recibió Rebeca de Amaranta al despedirse con un beso, cuando viajaba a la gran ciudad. El matrimonio de Rebeca y Pietro debía realizarse el mismo día que el de Arcadio con Remedios, pero una carta que llegó a Pietro indicando la próxima muerte de su madre frustró el enlace, Pietro viajó urgente a la gran ciudad, en el camino se cruzó con su madre que llegó puntual a la boda, Pietro regresó dos días después, sospechó de Amaranta como autora de la carta pero no habían pruebas.
Otro ardid tramado por Amaranta tuvo como cómplice involuntario al padre Nicanor quien inició una colecta pro construcción del templo nuevo, la obra demoraría tres años en culminar (…) la más afortunada será Rebeca(…), (…) te va tocar inaugurar la iglesia con tu boda(…) (García Márquez, 93).
Rebeca dejó de hablar definitivamente a Amaranta, discutieron acaloradamente, le increpó su interés en oponerse a la boda revistiendo sus acciones de una inocencia que no tenía, Amaranta en un rapto de odio exclamó para zanjar la discusión (…) Así no tendré que matarte en los próximos tres años (…) (García Márquez, 94).
Otro hecho luctuoso que demostraba la personalidad sicótico de Amaranta, fue el hecho que faltando un mes para el matrimonio, en su actitud febril de poner obstáculos, quitó las bolitas de naftalina colocados para proteger el vestido de novia que finalmente fue pasto de las polillas. Solo la diligencia de Amparo Moscote solucionó este problema faltando una semana.
Habiendo fracasado todos los intentos por impedir la boda de Rebeca, Amaranta resuelve dar muerta a su rival de amores, decidió utilizar laudano en un café para envenenar a Rebeca, lo haría el viernes día anterior al de la boda. Faltando una semana la amenaza de Amaranta se hace realidad, solo que la muerte que escoge a sus victimas con anticipación, llegó de manera fortuita a visitar a Remedios la esposa de Aureliano Buendía, Amaranta nuca se repuso de esta crisis de conciencia que la acompaño el resto de sus días.
Por esos días nació el hijo de Aureliano con Pilar Ternera al que llamaron Aureliano José, a la muerte de Remedios y como una forma de pagar su culpa Amaranta se hizo cargo del hijo de su hermano, lo adoptó como hijo suyo y se dedicó con mucho interés a su educación.
José Arcadio quien fugó con una gitana, regresó después de varios años a Macondo, había desarrollado enormemente, tenía tatuado todo el cuerpo y había recorrido los siete mares del mundo, llegó como se había ido pobre, pero con conocimiento de lo bueno, lo malo y lo feo de la naturaleza humana. Para Rebeca José Arcadio no paso desapercibido a diferencia de Amaranta que le causaba aversión su comportamiento vulgar y mundano, Rebeca lo comparó con Pietro y se percató que éste a su lado era un alfeñique, poco a poco buscaba su mirada, su compañía, se turbaba con la mirada de José Arcadio
El galanteo de José Arcadio hizo temblar de turbación a Rebeca, su pasión y deseo creció de manera exponencial, la dominó, lo siguió en sus pensamientos, en sus sueños húmedos, bajo sus sabanas como nunca antes, hasta que una noche silenciosamente, buscando la complicidad de las sombras y la oscuridad, ingresó al dormitorio de José Arcadio y se entregó con una pasión desconocida. Mientras él exclamaba en el clímax de la pasión nunca antes sentida (…) Ay, hermanita; hay, hermanita (…) (…) ella tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para no morirse (…) (García Márquez, 102), de inmediato se casaron.
Pese a que el matrimonio de Rebeca con José Arcadio dejaba el camino libre para Amaranta hacia el corazón de Pietro Crespi, ésta nunca logró superar su odio hacia Rebeca, es que estaba celosa por la belleza de Rebeca que era superior y porque se casaba con su hermano. Lo cierto es que Amaranta era poco agraciada, atendía a Pietro con mucha diligencia, haciéndolo olvidar la terrible pesadilla de la traición de Rebeca, después de un tiempo le propuso matrimonio, esa sería una de las muchas propuestas, recibió una negativa de Amaranta, como tantas otras en el futuro.
La amistad entre Pietro Crespi y Amaranta era cada día más profunda, esa relación reverdeció en Amaranta la ternura olvidada, suspiraba y mostraba su alegría al lado de Pietro, aseguraba que éste había encendido su amor, la dicha trajo prosperidad al negocio de Pietro, quien hizo traer a su hermano menor. El tiempo pasaba rápidamente, el luto por Remedios ya no era importante, Pietro Crespi aguijoneado por el deseo tantas veces postergado, insistió nuevamente en pedir en matrimonio a Amaranta, grande fue su sorpresa cuando escuchó la respuesta de Amaranta (…)No seas ingenuo Crespi, ni muerta me casaré contigo(…) (García Márquez), 119) . Pietro Crespi desilusionado ante la realidad, con un dolor profundo en el corazón flechado por el amor dos veces y rechazado doblemente, no resistió y una noche se encerró en su almacén y se suicidó cortándose las venas el día de los muertos.
Gerineldo Márquez era un compañero de mucha confianza del coronel Aureliano Buendía, hacía muchos años que había puesto sus ojos sobre Amaranta, elle imperturbable siempre lo rechazaba, él insistía en pedirle en matrimonio en varias oportunidades (…) No me casaré con nadie, pero menos contigo (…) (García Márquez, 146). Úrsula viendo la insistencia del coronel Márquez que continuamente le pedía en matrimonio le dijo a Amaranta (…) Cásate con él, difícilmente encontrará un hombre como ese (…) Amaranta fingiendo disgusto respondió (…) No necesito estar casando hombres (García Márquez 147), esa noche Amaranta sintió un remordimiento comparable al que sintió con la muerte de Remedios.
Amaranta vio que José Aureliano ya era un hombre, desde niño lo bañó junto a ella desnuda, por las noches abandonaba su hamaca y se iba a dormir a su lado, luego ella inició un amor incestuoso con su sobrino, estos eran los únicos momento que la soledad de Amaranta quedaba aplanado por la consumación de sus deseos sexuales, que acabó cuando fueron sorprendido por Úrsula en el granero.
Durante más de cuatro años el coronel Gerineldo Márquez insistió en pedir en matrimonio a Amaranta y ella tantas veces lo rechazó sin herirlo, él incluso le prometió renunciar a la guerra, ella le dio su última respuesta (…) olvidémonos para siempre, ya somos demasiado viejos para estas cosas (…) (García Márquez, 173)
Amaranta envejecida por el odio de su corazón por su falta de interés en el amor, en medio de su soledad no podía escoger sus recuerdos, solo tenía espacio para los de Rebeca y su rencor que atenazaba su corazón mientras rendían pleitesía a su soledad quizás la única compañía en sus horas de aflicción era Remedios la bella cuando ambos comían en la cocina, continuó su vida solitaria, sabiendo que al otro lado de la ciudad vivía Rebeca.
Después de la muerte del coronel Aureliano Buendía al pie del castaño, Amaranta preparó su muerte con antelación, pero también la de Rebeca, para quien tejía una hermosa mortaja; después del último rechazo al coronel Gerineldo Márquez se internó en su cuarto y vivió solitaria.
Amaranta siempre pensó que moriría después de Rebeca, quien vivía su vejez solitaria viuda en compañía de una ama, Amaranta preparó su mortaja de común acuerdo con la muerte y su defunción acaeció cuando terminó de confeccionar su mortaja y en presencia de toda la población que le llevaba cartas para sus parientes muertos que se habían reunido en su casa.
Los varones, casi sin excepción, pero también las mujeres están marcadas por el signo de la soledad, el Coronel Aureliano Buendía, llora en el vientre de su madre, lo que para ella es una incapacidad para el amor. Amaranta nunca estuvo preparado para compartir su amor con un hombre, siempre se opuso a sus sentimientos, luchó contra ellos y finalmente murió en la vejez igual que Rebeca su rival de amores.